En una tarde muy inspirada ante el Betis, el delantero del Zaragoza Goran Drulic hizo vibrar a La Romareda. Sus dos goles fueron el mejor regalo de Reyes a una afición que desde hace meses no disfrutaba con una victoria en casa. Y supuso también la reconciliación del jugador, el más caro de la historia del equipo, con los seguidores, a los que todavía tiene que demostrar que los 13 millones de euros que costó estaban justificados. Ojalá que sus lesiones y sus meciocres actuaciones anteriores sean sólo un mal recuerdo. Si necesitaba una inyección de autoestima la ha recibido con creces, gracias a su preciso juego del miércoles.