El consejero delegado de Snapchat, una aplicación que elimina automáticamente en segundos la imagen recibida en un teléfono móvil, tiene 23 años. Los usuarios de esta app son en su mayoría adolescentes a los que Facebook y otras redes sociales les han quedado antiguas. El universo virtual y su negocio se desarrollan entre la población más joven, volcada en los teléfonos a un ritmo frenético que no todo el mundo puede seguir. El éxito de Snapchat lo avala el hecho de que Mark Zuckerberg intentase hacerse con ella por más de 3.000 millones de dólares. La condición juvenil de esta aplicación encaja con la novedosa visión del mundo a la que ha obligado las nuevas tecnologías. Snapchat se convierte en un arma de peligroso doble filo cuando el usuario carece de escrúpulos y de educación: esta app se puede usar para acosar y provocar estragos en el destinatario. Pero dentro de un volumen potencial de 400 millones de mensajes con fotos o vídeos, los que finalmente se envíen con malas prácticas serán minoría. Hay que estar atentos a la evolución de esta herramienta para que no consolide resquicios para la impunidad. Es más importante saber usar las nuevas tecnologías que su manejo técnico.