La IX Conferencia Internacional sobre la Enfermedad de Alzheimer, celebrada en Filadelfia, ha traído noticias esperanzadoras. Según los científicos, pronto se contará con nuevas estrategias terapéuticas capaces de retrasar el inicio o detener la progresión de la enfermedad, ya que existen ensayos clínicos con fármacos que frenan la progresión de la enfermedad y que impiden la formación de las placas beta-amiloide, responsables de la muerte de las neuronas. Como ha anunciado el profesor Manuel Martínez Lage, uno de los mayores expertos españoles, están en marcha ensayos clínicos de gran envergadura y en fase muy avanzada para comprobar si se puede prevenir el Alzheimer con algunos compuestos. Aunque hay que ser cautos, la investigación avanza y hay razones para la esperanza.

El Alzheimer va a representar la mayor crisis para la salud pública en la primera mitad del siglo XXI. Tiene que ver con razones genéticas, pero también de estilo de vida y de aumento de la esperanza de vida, de envejecimiento social. Si sólo consiguiéramos retrasar su aparición cinco años, no sólo habríamos dado un paso fundamental, sino que el enorme ahorro en el gasto que supondría ese hecho, permitiría dedicar más recursos a la investigación. El Alzheimer lo roba todo y deja desarmada a la persona en un mundo ajeno, hostil. Pero aún está lejos la solución final. Ni siquiera sabemos si las investigaciones en marcha apuntan en la dirección adecuada.

Mientras llega, que llegará, los ciudadanos, los enfermos, los familiares tienen derecho a pedir a las autoridades públicas más medicina preventiva, más atención sanitaria, más centros de día, más recursos sociosanitarios para las familias, más investigación... El avance en la identificación de dianas moleculares permite afirmar que pronto se dispondrá de estrategias capaces de retrasar el inicio. Es una buena noticia para que los que más lo sufren no pierdan la esperanza.

*Periodista