Parece que España no aprendió la lección que provocó la burbuja inmobiliaria y sus consecuencias en la explosión de la construcción, primero, y hundimiento de la economía, después. Ahora que llevamos más de diez años de crisis sistémica y se empieza a respirar un poco, viene el escándalo de los alquileres sin control. Abusivos, desmesurados, enloquecidos y sin freno. Los buitres que controlan el mercado vieron que la gente normal y corriente no podía comprar pisos e hincaron el diente en los alquileres para sacar tajada. El anterior Gobierno del PP estimuló este resurgir especulativo y provocó intencionadamente esta nueva burbuja inmobiliaria cediendo -sin regular- a la presión turística y la llegada de fondos de inversores extranjeros, dando salida además a los fondos buitres de los bancos en bancarrota.

La vivienda como derecho quedó escrita en la intocable Constitución y se pasó a la especulación pura y dura. Los alquileres en las grandes ciudades españolas han subido tanto que ahogan los sueldos de los jóvenes que invierten en un cuchitril de 40 metros cuadrados la mitad de su sueldo. A partir de este detalle del alquiler todo cambia en sus vidas, y hasta los cuarenta años no pueden permitirse el lujo de tener hijos. Como es lógico, estoy hablando en términos sociológicos de una clase media con sueldos bajos pero alta preparación. El desbarajuste del mercado español se completa y redondea ya que somos el país con el índice de viviendas vacías más alto de Europa. Terreno abonado para que triunfe la especulación. De esta forma tan sencilla han reactivado un nuevo ciclo de negocio perverso con el alquiler.

COMO EJEMPLO de hasta dónde llega esta locura de los precios del alquiler en las grandes urbes decir que se llega a pagar 500 euros por una habitación en zona un poco céntrica. Afortunadamente el Gobierno actual quiere sacar un plan para frenar la subida de los alquileres con medidas como eliminar los incentivos fiscales a los precios altos y estimular los estímulos fiscales para los arrendamientos asequibles. También alargar los contratos de alquiler a cinco años para que no se disparen los precios al cambiar el contrato. Y como siempre hay que aprender del vecino, sobre todo si lo hace bien, Portugal ha tenido el mismo problema social de alquileres abusivos y adoptó medidas innovadoras, como la drástica de prorrogar de por vida los contratos de las personas de más de 65 años.

Si queremos que España no sea un país de viejos hay que dar a los jóvenes facilidades para vivir y procrear. Protegerlos para que no sean víctimas de la precariedad laboral y de la especulación dirigida. Para lograrlo es necesario afrontar con valentía la introducción de un sistema de regulación de los precios del alquiler a imagen y semejanza de lo que se hace ciudades como París o Berlín. Hay muchas fórmulas para lograrlo si se piensa en conciencia social; no en hacer más ricos a los ricos. Las burbujas son peligrosas porque cuando se engordan explotan.

*Periodista y escritoraSFlb