La auditoría de Price, que es la que marca la política municipal en Zaragoza, ha detectado que los servicios municipales son caros e ineficientes, varios puntos más que en ciudades como Madrid o Barcelona. Sin embargo, la coalición que gobierna no piensa hacer nada a este respecto. Más de un uno por ciento no puede mejorar, o recortar, por ese lado. Ahora salen los recibos impagados y ya perdonados, o dados por imposibles: una porrada de millones. Hay que pensar que la consultoría ya incluía en esa ineficiencia municipal la incapacidad para cobrar los recibos. Tampoco es algo nuevo, que se pueda achacar al actual equipo de gobierno, es una tradición de la casa. Los anteriores, hasta que se pierde la memoria, han sufrido la misma incapacidad crónica para recaudar. Es como las filtraciones del agua, o los pueblos que siguen sin instalar contadores: deterioran todo el sistema. Luisa Fernanda Rudi, que era muy rigurosa en el control del gasto inútil (a los parlamentarios les recortó los habituales dispendios de cinco tenedores), decretó una política de embargos, aunque acabó arrojando la toalla. Pero aparte de azuzar a los morosos o descuidados, no debió de ser muy eficaz, pues la bola ha seguido engordando.

Y el PP, en la anterior legislatura, perdonó también muchos miles de millones, en algunos casos por despistes escandalosos. El ayuntamiento, entre esta impotencia burocrática fiscal, la angrucia ladrillera de siempre y lo poco que recibe de la Autonomía, el Estado y ahora la Comarca, queda como una mera oficina para reparar calles, tapar agujeros y poco más. Esta visión se acerca más a la realidad. Los ediles llegan a esa casa y a los pocos meses se dan cuenta de que son unos rehenes temporales de una maquinaria burocrática oxidada, llena de privilegios y de nichos de poder, la mayoría inaccesibles para ellos.

Cuando han renunciado desde el primer momento a actuar sobre esa ineficiencia histórica del propio ayuntamiento, por algo será. Cuando la situación llega a tal punto que las amnistías fiscales se convierten en la rutina medular, quiere decirse que se ha que abrir un frente informativo de horizonte indefinido sobre el propio funcionamiento interno de esa maquinaria en el mejor de los casos averiada y de los políticos que enseguida se acomodan a ella.

*Escritor y periodista