Hacía dos años que Zaragoza no vivía en carne propia el asesinato de una mujer a manos de un hombre. La muerte de Raquel ha llegado cuando aparentemente más educación no sexista hay en la sociedad, cuando la igualdad entre hombres y mujeres está más presente que nunca, cuando más denuncias por violencia machista se producen....

Pero aún falta mucho por avanzar porque a pesar de los protocolos de seguridad, algo está fallando cuando se mata a tantas mujeres. Un problema es que faltan medios. Faltan jueces/as, fiscales/as, trabajadores/as sociales, sicólog@s, educadores/as sociales y policía especializada. Las víctimas están desamparadas. Falla en ocasiones la formación en violencia de género de quien imparte justicia o atiende a las víctimas desde la primera denuncia. Hay que implantar un protocolo que prevenga la violencia, que busque soluciones previas. La violencia machista no es solo una cuestión legislativa. Legislar es sencillo, no hay enfrentamientos ideológicos importantes sino, al contrario, consenso político.

Es alarmante el incremento de esta violencia entre los jóvenes. La forma posesiva en que se crean las parejas es totalmente insana. Las redes y algunos programas de TV que solo crean el culto al cuerpo y a la superficialidad tienen mucha culpa. Como la adicción a algunas sustancias. Padres, madres y educadores/as tienen una gran labor a desarrollar en este sentido.

Está bien reclamar el pacto y la financiación estatal, pero hay que crear algo más vivo, más real. Un gran pacto que no se dote solo de palabras, ni solo de presupuesto, que también. Que sea el consenso de grupos políticos, asociaciones, jueces/as, fiscales/as y colectivos. Que vaya más allá e incluya medidas novedosas, por ejemplo de educación en la corresponsabilidad e igualdad desde la más tierna infancia hasta la universidad. Y que se mantenga con campañas publicitarias, en cursos y posgrados de cualquier nivel en colaboración con la Administración. Y si, como se percibe, estos casos se producen una gran parte cuando llegan los divorcios y rupturas, debería crearse un protocolo de mediación con más visibilidad y extensión que el de ahora, al que puedan acudir las parejas antes de iniciar el proceso, especialmente las mujeres que crean estar en riesgo para recibir asesoramiento y acompañamiento. Si tratando a alguno de estos maltratadores se logra proteger a una mujer de la violencia machista, habremos conseguido algo.

Hay que tener en cuenta a l@s hij@s de estas víctimas, much@s menores, que sufren terriblemente. Habrá que escuchar a l@s niñ@s si ya tienen edad, y regular que los maltratadores no tengan derecho a visita. Cualquier medida tiene que tener seguimiento y evaluación. Este proceso vivo tiene que dotarse de mecanismos que tengan capacidad para implantar otros que surjan si no funcionan, compartiendo experiencias entre comunidades o países.

La soledad de la víctima, la sociedad, su entorno, también puede ser cómplice. Necesita acompañamiento y medidas reales. Y han de ser más importantes cuanto mayor sea el riesgo. Es muy importante que las personas que traten a las víctimas tengan la adecuada formación para, primero, valorar bien el riesgo real que corren y luego, atenderlas como se merecen. En caso de duda el protocolo debe primar la seguridad de la persona maltratada.

Y los medios de comunicación debemos ser cuidadosos. El día que asesinaron a Raquel, así se puso de manifiesto en el debate celebrado en la presentación de una estupenda iniciativa de hombres y mujeres aragoneses, la Asociación de Periodistas por la Igualdad. Pero lo que hacemos y debemos seguir haciendo los medios es informar e ir más allá en busca de soluciones a futuro, seguir creando opinión pública, difundir una cultura de igualdad y llegar a modificar el sistema de creencias sexistas. En ese debate de la asociación de periodistas se pidió incluso un protocolo judicial para cumplirlo desde los medios, sin que afecte a la libertad de expresión.

En esta lucha de tod@s, hay que encontrar medidas novedosas para que la sociedad se abra de mente y así acabar con esta lacra. Hay que dotar a la sociedad de un resurgir de valores, como la propia humanidad, y modelos de hombres y mujeres que convivan en igualdad y en corresponsabilidad. Y es que el ejemplo es, en la mayoría de los casos, lo que más educa.

*Director de EL PERIÓDICO DE ARAGÓN