¡El bus! «Cada día comienza para muchas personas: adultos, niños, ancianos… Todas compartimos el bus urbano de Zaragoza y podemos hacer de este trayecto una experiencia más agradable. Utiliza el bus con respeto. Sé amable y recuerda las normas y consejos que facilitan su uso». Así, con este texto tan encantador como falso, comienza un folleto desplegable que me encontré el otro día sobre el asiento del bus. Es como un cuento para niños, con ilustraciones a color sobre urbanidad, buena educación y hábitos a seguir cuando nos subimos al transporte público. Los logos son de Avanza (la empresa de los buses urbanos) y del Ayuntamiento de Zaragoza (su patrón, y quien debe controlar si la empresa cumple o no lo pactado). Termina el cuento con «¡Buen viaje!»

Al alcalde de Zaragoza se le debería de caer la cara de vergüenza por permitir gastar el dinero en estos maravillosos cuentos a bordo del bus de sus sueños. Y carecer de autoridad para haber rescindido una concesión mafiosa. De la empresa mexicana decir que abusa y desprecia a los usuarios sacando a la calle unos artefactos que se caen a pedazos y martirizan nuestros cuerpos. Pura basura.

Tiene su guasa eso de «hacer del trayecto una experiencia agradable». Yo cojo a diario el bus 42, 33, 34, (vivo en Torrero-Venecia) y aseguro que la experiencia es desastrosa, dolorosa, el trayecto se convierte en una tortura para cualquier espalda que pase de los cuarenta años, el ruido ensordecedor alerta de que el vehículo puede escacharrarse en cualquier momento, olor a gasóleo intenso, sin suspensión alguna, y frenadas espectaculares; eso si les funcionan los frenos, y no se ha estropeado o ardido literalmente. Hay que esperar al siguiente.

El alcalde y Avanza son los culpables de este escándalo de movilidad para un sector importante de la población. Han intentado maquillar la situación comprando a Barcelona unos buses (los verdes por dentro) que ya antes del 92 iban para el desguace, porque no los querían ni en Cuba. Los tenemos nosotros: los sufridos usuarios de estas líneas importantes y largas.

¿Por qué solo los ciudadanos de San José gozan (y creo que algunos barrios rurales) de buses híbridos (los 39), con frecuencias envidiables, silenciosos, con suspensión, que parecen que se deslizan por el asfalto imposible de esta ciudad maltratada, y los usuarios de las líneas arriba citadas no, si pagamos los mismos impuestos? En la investigación urbana que llevo a cabo (no me queda otra porque defiendo mis derechos) he preguntado a los conductores el por qué de esta discriminación por barrios: «Señora los artículados no pueden ser híbridos». ¡Toma ya! Pues que quiten a estos monstruos de las calles y aumenten la flota de buses híbridos, nuevos, y dejen de tomarnos por idiotas a miles de usuarios. He llegado a pensar que los concejales de ZeC la mayoría viven por San José. No entiendo otra razón para no disfrutar de los híbridos maravillosos el resto de vecinos de la ciudad. Llegan las elecciones. Ojo con el tema. H *Periodista y escritora