Imagina tu bus, así se llama lacampaña que el Ayuntamiento de Zaragoza se ha sacado de la manga, junto con la Federación de Asociaciones de Barrios (FABZ) y la empresa AUZSA para enseñarnos a los usuarios el correcto uso del bus. En serio, han leído bien, no es broma. Incluso han contratado a nueve «agentes comunitarios» que ayudarán a los viajeros a conocer el reglamento de uso, la utilización correcta de los vehículos y corregir los malos hábitos que complican el buen clima a bordo. Textual. Menos mal que esta brillante y espectacular iniciativa la costea con 75.000€ la empresa.

Osea que a la emprendedora concejala Artigas es todo lo que se le ocurre para mejorar el servicio de mierda que ofrecen los Urbanos de Zaragoza. Esta señora, responsable de la movilidad de la ciudad, junto con su compañero Cubero y el alcalde Santisteve permitieron una huelga salvaje de cuatro meses. Consintieron que durante la misma los conductores hicieran bajar a los viajeros del bus cuando entraban en su «horario de huelga», en pleno invierno y a veces en descampados. Cerraron los ojos cuando los usuarios sufríamos esperas de más de una hora en las paradas. Supieron o deberían saber que en las paradas los vehículos pasaban de largo a toda velocidad, o que dentro teníamos que soportar frenazos peligrosos y hacinamientos agobiantes, impropios de un servicio por el que se paga un precio.

Todo eso pasó. Ahora queda otra realidad, consecuencia de la anterior: los buses arden en verano y en invierno, su mantenimiento es inexistente, la empresa no se gasta un duro en mejoras técnicas, y siguen circulando vehículos destartalados que se caen de viejos. Un conductor me dijo el otro día, mientras esperábamos a que arreglaran algo del motor, que había llegado a conducir con los frenos en mal estado (lo he suavizado porque dijo «sin frenos»).

Y ahora nos salen con una campaña ridícula para que sepamos cómo usar el autobús. Cuando lo obvio es enseñar a la empresa a cumplir con un servicio de calidad, que no maltrate a los usuarios como lo viene haciendo desde hace años. El buen rollito que se marcan con esta payasada, pensada para niños de primaria, es solo propaganda para intentar recuperar la confianza del usuario que ha dejado de coger el bus porque está hasta las narices de un servicio público que no funciona. Las asociaciones de vecinos (que no abrieron la boca en favor de los usuarios durante la huelga) y el ayuntamiento se deben creer que los usuarios del bus somos tontos de remate al tratar de vendernos humo, caramelos y teatro a bordo en lugar de cambiar las ruedas, los motores, los frenos, la suspensión o la renovación de la flota.

Como la canción de John Lenon, Imagine, no nos podemos imaginar un mundo feliz cuando el transporte que nos lleva hacia esa utopía se convierte muchas veces en un auténtico infierno.

*Periodista y escritora