Parece pertinente preguntarse si el Ayuntamiento de Zaragoza no tiene suficientes retos de su estricta competencia como para dedicar reuniones a elucubrar sobre política regional o nacional. Ocurre cada pleno, ayer sin ir más lejos cuando se analizaron mociones relativas al Valle de los Caídos o al mantenimiento del sistema de pensiones. ¿Realmente sirven de algo esos pronunciamientos tan bienintencionados como aparentemente estériles?