Llevan ya una temporada los sindicatos y asociaciones de la enseñanza molestos y disconformes por dos conceptos principales: a) el nuevo calendario escolar (hay que comenzar el curso unas fechas antes en septiembre y b) con la modificación de vacaciones de Semana Santa, haciendo cuentas, se pierden dos días completos de vacaciones respecto de la situación anterior.

Al final, como de estas polémicas resulta muy difícil salir bien librado y a cada una de las partes afectadas les asiste algo de razón, me he limitado a recoger datos, hacer cuentas y recuentas y sacar mis propias conclusiones. Me voy a limitar aquí y ahora a dar a conocer algunos de esos datos, esperando que el lector elabore por su propia cuenta las conclusiones que estime adecuadas.

Centrémonos en el curso recién finalizado 2003-2004 y en el nivel de Secundaria (ESO y Bachillerato). Suponiendo que un profesor ha trabajado en su centro desde el 1 de septiembre y acabado el 30 de junio, sin enfermedades, bajas u otros avatares, de los 365 días que tiene un año ha trabajado (días lectivos --con alumnos--, y días docentes --sin ellos, pero en el centro-- 190 días. Es decir, han sido festivos/vacacionales 175 días. En otras palabras, está en el centro el 52 % del año. No lo está el 48% del año.

Esos 175 días se componen de los siguientes conceptos: además de los 86 sábados y domingos de septiembre a junio, 9 fiestas locales y autonómicas, 11 días en navidad y 7 en Semana Santa (ambos sin contar sábados y domingos) y 62 días completos de julio y agosto.

DE TENER DOS días menos en Semana Santa, disminuiría el número de las jornadas no lectivas y/o docentes de 175 a 173 al año. (¿Se puede considerar sensatamente tal merma una agresión a los derechos del profesorado?). De conocer este estado de cosas, ¿qué dirían los trabajadores del taller de debajo de mi casa, de cualquier oficina, de cualquier cadena de producción? ¿Qué piensan los sindicados de la enseñanza supuestamente "de clase" a este respecto?

A veces, en algunos casos, se dan verdaderos dramas (¿o motines?) personales porque en el horario personal que se recibe al inicio de cada curso hay algunos "huecos" (horas de estancia en el centro sin clase). ¿Algún comentario?

Se dice entre los docentes que la enseñanza es un trabajo muy duro. Sin duda alguna, tienen razón. Como todos los trabajos del mundo. Personalmente, sé por experiencia propia que vender seguros, trabajar en una empresa financiera y traducir en casa como autónomo es inmensamente más duro.

Se dice entre los docentes que quieren convertir los centros de enseñanza en guarderías, pues sólo interesa que el alumnado esté dentro y que sus padres se libren de ellos por unas horas. Admitamos, como hipótesis, que así fuera: en tal caso, los colegios serían unas guarderías muy peculiares (medio año cerradas) y el problema sería fácilmente solventable en cuanto en los centros se hiciesen actividades interesantes, formativas y educativas.

Se dice entre los docentes que en el ámbito laboral de la educación se da el mayor número de casos de baja por depresión y estrés, debido a las circunstancias negativas en que ha de desarrollar su trabajo.

AUN NO faltando razón en algunos casos, valgan dos reflexiones suplementarias: a) hay enseñantes que quizá saben mucho de su materia, pero cuentan con pocos recursos personales, pedagógicos y motivacionales para enseñarla, por lo que se sienten a menudo inermes y en un permanente callejón sin salida; b) ¿no será también que el trabajador de una fábrica, de una oficina, de un taller, no pide la baja por estrés, por depresión o por mil posibles causas más, por ser muy consciente de que la alternativa a muy medio plazo es quedar de patitas en la calle?

¿Por qué se habla tanto de vacaciones, de horarios, de calendarios, y tan poco de educación?

¿Por qué quien marca las fechas concretas de descanso entre enero y junio es la Iglesia Católica y algunas de sus celebraciones litúrgicas? ¿No es aconfesional el Estado español?

¿Por qué no se reúnen cuando procediere los representantes de la Administración, el profesorado, el alumnado y los padres y elaboran conjuntamente calendarios escolares sensatos, consensuados y al gusto de todos?

Recibí hace unos meses una tarjeta, donde una compañera me escribía: "¡Qué suerte tenemos de que nuestra profesión sea enseñar a vivir!". Completamente de acuerdo, amiga mía.

*Profesor de Filosofía