Más vale callar por no saber, que no saber callar".Lo dijo una persona muy querida por mí y lo apunté en mis cuadernos el 5 de noviembre de 1993. Y otro "alguien", afirmaba que quién calla no es verdad que otorgue aunque parezca que no niegue. El lenguaje oral se complementa a veces,mediante gestos y actitudes para afirmar y aún más, para negar, como aquella tan ingeniosa del fraile al que los perseguidores de un presunto delincuente, le preguntaron si había visto pasar al perseguido; "por aquí no ha pasado", les respondió cruzando los brazos y metiéndoselos por las anchas mangas de su hábito.

"Ningún delito se comete por callar y por hablar se cometen cada día, muchos". Lo dejó escrito Espinel y añadía que "el hablar es de todos los hombres y el callar sólo de los discretos", algo que no es exacto, porque callar puede ser desentenderse innoblemente, de la palabra que sirviera para ayudar a quién justamente la necesitase. Lo más seguro para uno es a veces, lo más insolidario, no hacer nada cuando alguien necesitaría que lo hiciéramos.

El silencio no tiene un sentido unívoco. Guardo memoria de un escrito de Miguel Mena que merece ser reproducido literal-

mente: "el niño sin voz tiene tendencia al saludo. Cuando paseas con él y se cruza con alguien, a menudo extiende su brazo hacia el desconocido y emite un ligero gemido: aaaaaaaa. Eso es todo lo que puede decir. Las respuestas son muy variadas, desde el que le habla y tiene hacia él un gesto cariñoso o compasivo, hasta quién le ignora deliberadamente y hace como que no le ve".

Miguel añade que "nunca te acostumbras a esa indiferencia forzada y un día estallas. El niño sin voz ha saludado a un chico sentado en un portal, un adolescente que mira sin decir nada. El niño sin voz insiste y el chaval, nada de nada. Te duele. Te irrita. Te cansa. Te vuelves y le recriminas su silencio, le reprochas su indiferencia, descargas sobre él la rabia acumulada por todos los que durante años, han ignorado al niño sin voz. Y el adolescente, con cara de estupor y haciendo un grandísimo esfuerzo, saca de lo más profundo de su garganta un sonido casi ininteligible y a duras penas dice: soy sordo."

Nuestra Constitución prevé que los poderes públicos realizarán una política de previsión, tratamiento, rehabilitación e integración de los disminuidos físicos, sensoriales y psíquicos, a los que prestarán la atención especializada que requieran y los ampararán especialmente (vuelve a decir) para el disfrute de los derechos que este título otorga a todos los ciudadanos. Aunque decirlo no siempre es querer o poderlo hacer, la Constitución marca ese camino que nunca deberíamos olvidar.

Siendo diputado en el Congreso, quise tener información acerca de la aplicabilidad que hacía el Gobierno de España de la institución del silencio administrativo, concebida como remedio a la falta de respuesta de las autoridades a tantas peticiones y solicitudes como reciben.

Aquella pregunta mía abarcaba dos extremos: uno, cualitativo, para indagar qué materias eran las más habitualmente concernidas y otro cuantitativo, consistente en conocer el número aproximado de las preguntas pendientes de contestación. El entonces ministro de Relaciones con las Cortes, tuvo la sinceridad de anticiparme de palabra y por su propia iniciativa, que le era imposible conocer ni aproximadamente, cuántas solicitudes y preguntas tenía pendientes de responder la Administración General del Estado, pidiéndome a su vez, que le relevase de tenerme que contestar con una mera fantasía y naturalmente, accedí.

Tampoco la Ley 30/1992 sobre procedimiento administrativo común da salidas satisfactorias al problema; más bien se pierde en distingos entre las soluciones al caso, según se trate de procedimientos iniciados a solicitud de parte y las que regula para la falta de resolución en los procedimientos de oficio. El legislador nos extravía en un bosque de reglas generales, excepciones y otras excepciones a las excepciones que es un fárrago poco digerible, dando la impresión de que la Administración se acoge al refrán popular: "en boca cerrada no entran moscas".