Dudo que forme parte de ninguna táctica premeditada, pero el caso es que Echenique ha conseguido meter el tema de los presupuestos de Aragón en un callejón sin salida. Dada la coyuntura actual, cabe suponer que Lambán no puede cesar a Gimeno... porque eso sería ceder más allá de lo tolerable, y el propio jefe podemista tampoco tiene margen para volver negociar si el consejero de Hacienda sigue en el cargo... pues en tal caso quedaría como un chisgarabís. Qué mogollón, madre.

Pablo Echenique, me canso de decirlo, es una persona muy estimable y sin duda inteligente (infinitamente más que los miserables que le insultan en internet), pero su visión de la política y de la actividad institucional no alcanza muy lejos que digamos. Además, se ha integrado como pez en el agua en la peculiar atmósfera de la dirección central de Podemos, donde el descoloque empieza a ser tan visible e importante que quizás acabe haciendo lo que en principio parecía imposible: llevar al nuevo aunque ya avejentado partido al rinconcito de las izquierdas testimoniales. Pero ese es otro tema, aquí lo que interesa es saber por qué Echenique y los suyos no han sido capaces de poner encima de la mesa los ocho millones que les ha incumplido Gimeno en el ejercicio del 2016, plantear desde el primer minuto una clara y definitiva batería de exigencias, explicarle bien a la ciudadanía los entresijos del tema y poner al PSOE entre la espada y la pared, en vez de meternos a todos en un embrollo tan monumental.

Y el caso es que, mientras tanto, el tan citado consejero de Hacienda (que antes ocupó el mismo cargo en el Ayuntamiento de Zaragoza, no se olvide) está encantado, pues mientras la no negociación del presupuesto deambula por el laberinto, él puede mantener cerrada la caja, parar cualquier inversión, pago, convenio, ayuda, subvención o gasto inconveniente... y echarles la culpa a los chalados del banderín morado. Aunque nadie disfruta más de este demencial show que el PP (y por añadidura, Ciudadanos). A la derecha se lo están poniendo a huevo.