Cuentan que la primera pieza de calzado en la comarca zaragozana del Aranda se fabricó en el año 1600. Pero lo que sí es más evidente es que en la década de los 80 las fábricas empezaron a crecer en Brea e Illueca, principalmente, y en los últimos 20 años han desaparecido 1.500 empleos y su declive se agudiza al cerrar en lo que va de año dos empresas más y otra que lo hizo ante de acabar el 2019. El ritmo marca, pues, un peligro de extinción motivado por la propia crisis económica, por la abundante competencia del sector, venida mucha de ella de fuera de Aragón y de España, y por la falta de infraestructuras adecuadas. Pero también por las dificultades de las industrias del Aranda para adaptarse a los nuevos tiempos. Sigue sin entenderse que el calzado del Aranda no tenga una marca propia, que haría remar a todos en la misma dirección y las ayudas habrán sido mayores o menores, pero la Administración regional lleva varios años echando una mano a un sector que se ve hacia abajo.

Ahora se está a la espera del estudio que está elaborando una consultora por encargo del Gobierno de Aragón para hacer una radiografía de esta industria aragonesa y actuar en consecuencia. Habrá que ver hacia dónde marcan los estudios, pero mientras tanto los vecinos están llamando a todos a concienciarse del peligro que acecha y ya han convocado una manifestación para el próximo 1 de marzo. Porque ven que los pueblos se están vaciando de jóvenes que no quieren trabajar en las empresas del calzado porque ven escaso porvenir y si todo sigue así se van a llenar de jubilados y prejubilados, fase previa a la temida despoblación que afecta a tantos municipios de la comunidad.

Pero antes habrá que tomar cartas en el asunto. La radiografía dirá, pero la creación de una marca, la adaptación tecnológica y el enfoque hacia unas ventas virtuales, debe ser hacia donde se encaminen los empresarios de la zona.