El Cabildo Metropolitano de Zaragoza ha optado por instalar más de un centenar de cámaras que cubren prácticamente todos los rincones de los dos catedrales, el Pilar y la Seo. Una inversión que supera, junto a otras medidas de seguridad y extinción de incendios, los 250.000 euros, además del mantenimiento. Era inevitable tras el atentado a la basílica del pasado octubre, aunque cabría interpretar que se ha tardado demasiado en tomar esas medidas de protección. Templos a los que acuden miles de personas deben mantener un sistema de seguridad acorde con los tiempos. La inocencia se pierde cuando el mal actúa y de la experiencia debe surgir un operativo que ponga más difícil acciones que van contra todos, independientemente del simbolismo del lugar. Ojalá su eficacia evite más sustos en el futuro.