A Felipe González le gustan mucho los hermanos Marx. No es la primera que, con diferentes alusiones, y para ironizar sobre nuestra vida política, asimismo bastante cómica, cita una de sus películas, la de aquel loco y repleto camarote donde llegaba a meterse una humanidad y se sucedía gag tras gag. En esta ocasión, González ha utilizado el camarote de los hermanos Marx como referencia al Gobierno, o al camarote, de Pedro Sánchez, su díscolo sucesor. El césar socialista ha dicho que no le gusta lo que está pasando en esa cabina porque, a pesar de su reducido espacio, cada vez se amontonan más pasajeros, exigiendo mayores privilegios y atenciones que los demás --en la película cada uno reclamaba «y dos huevos duros»-.

Pablo Iglesias, que había salido del puerto en litera de turista, al conseguir mudarse a cubierta, junto al camarote del capitán, ha metido en el de Sánchez tal cantidad de ministros y asesores que apenas deja hueco a los propios socialistas. Y no solo pasajeros de Unidas Podemos se han pasado al camarote de los hermanos Sánchez, con Chico (Salvador Illa) y Harpo (Fernando Simón) compartiendo forzosamente litera, sino que, en plena travesía, con el ciclón Casado desatando la vox del viento han llamado al camarote de Pedroucho unos cuantos de Esquerra, alguno de Bildu, varios del PNV, Errejón, gentes de Compromís, Laura Borrás, de JxCat, para evitar el suplicatorio, y Guitarte, de Teruel Existe, doblemente mareado, al ser de secano, por los bandazos del casco.

Para el agobiado Sánchez, sin intimidad en su propio camarote, el marxismo en la comedia política no era eso de compartirlo todo, la cámara, el guión, incluso los beneficios de taquilla, pero, con el terrible mal tiempo y los peligros de la travesía no puede echar a sus invitados, devolviéndoles a las zonas menos seguras del barco, bajo la línea de flotación, como si fueran polizones. De momento, y hasta que escampe, no tiene más remedio que permitir que sigan en su camarote, durmiendo, comiendo y, como en el Congreso, contando chistes.

Las películas de los hermanos Marx terminaban con una sonrisa. La de los hermanos Sánchez no sabemos aún cómo concluirá, si en vanguardia, esperpento, cinta de autor o tragedia.