El mando a distancia es algo más que un cacharro para evitar levantarse de la butaca y cambiar de canal. Es un artilugio que bien utilizado nos traslada a mundos simbólicos desconocidos. Si yo estaba mirando El corazón del océano (Antena 3) y sufriendo al ver que los pasajeros y pasajeras del barco a la deriva, mueren de hambre, de pronto le das al botoncito y te metes en la cocina de Chicote y aquello ya es un festín de tirar comida. La vuelta de Pesadilla en la cocina (La Sexta) ha regresado con bronca.

Alberto se enfrenta por vez primera en su carrera a Teresa., la dueña de Anou, un restaurante valenciano, donde las triquiñuelas del chef más famoso de España no cuelan con esta experta en cocas. No traga. Cree que Chicote está sobrevalorado. ¡Chúpate esa! Al final, el cocinero deja todo en orden pero sentencia en la puerta: "Creo que esto volverá a las andadas. Yo me rindo". Duelo de titanes tras los fogones.

El caso es que El corazón del océano hace agua. Es toda una superproducción de aventuras por mares interminables y selvas peligrosas, pero obtuvo 300.000 espectadores menos que ¡El intermedio!, una cosa de cuarto de estar con dos lámparas y tres folios.

Es decir, el éxito no tiene nada que ver con la producción. Los programadores tienen que estar de los nervios. Y con el mando a distancia eso se ve en toda su luminosidad. Mira quien baila es otro fiasco. TVE no remonta el vuelo, ay, desde que se fue la nieta de Franco. ¡Aquello si que era bailar!