Ah, qué alegría entra en las casas aragonesas del mundo cuando llega el fin de mes y las nóminas corren por esas libretas sin comisión. Panallas fabulosas del nuevo mes, cajeros automáticos ardiendo. Rebajas. Vacaciones. Yujuu. Ah, qué alegría en los hogares: por unos minutos (a veces segundos) desaparecen los malos rollos, las malas caras, el mundo sonríe y viceversa. Pero a los diez o cinco minutos el banco, o lo que sea, empieza a cobrarse las tarjetas, las hipotecas (hipoteRcas) crrrrrrrr, crrrrrrt... eh voilá! Mejor no mirarlo. Según se publica, y nadie lo desmiente, la alegría contable dura milésimas en el tropecientos % de los hogares. Quizá habría que descontar de este dato la inmensa bolsa de miseria que acreditan año tras año los informes de Cáritas. Ay, uf. Esos escaparates están diciendo cómeme, paga este aire climatérico cuando quieras, empieza a pagar este coche el año que viene. Santos del cielo. Rebajas al 50%. Pantallas planas, te quedas plasmado. Aplasmado total. Además, en euros, todo parece poco, menudencias. Nadie traduce, nadie traslada. ¿Y para qué tanto aire, si luego se va la luz? Botijos de Naval.

Ay, ahora el señor Greenspan, el tío Gilito de la metrópoli, el que maneja los grifos de los tipos de interés, ha subido un tramico. Europa aguanta. Pero todo son incertidumbres y bamboleos. Ahora ya no se sabe si comprar un piso para desgravar. El gobierno este nuevo está en la fase de globosondismo, por la que ya pasó el anterior. Lanzan ideas, amenazas, avisos, reformas... ¿Seguirá desgravando la hipoteca del pisito? Y el que va a alquilar o a arrendar un piso, ¿qué hace? ¿Se espera a la hipotética nueva ley de ayudas al alquiler?

Sin quitar ojo al euribor, España ha pegado el cambio social más rápido del mundo. Aún tenemos alma de emigrantes, estilo de chiringuito y cañizo, y a la vez estamos contratando gente sin parar, gente que trabaja y que daría lo que fuera por tener unos papeles, por ser "legales" y normales y cotizar a la SS. Hemos evolucionado los que más deprisa del mundo, y aún nos parece poco (es poco). El único que se ha dado cuenta es el Papa. Hemos pasado de la angustia de las letras de cambio para pagar la máquina Singer al 30-60-90 automático para la pantalla de plasma. Hemos cambiado a toda pastilla, a toda píldora: pero aún falta tanto.

*Periodista y escritor