Manuel Pizarro, hasta hoy presidente de Ibercaja, principal entidad financiera aragonesa, pronunció esta semana una brillante conferencia sobre los desafíos de Zaragoza y su área metropolitana en un entorno globalizado. Tres fueron los ejes de su intervención, cargada de pragmatismo y de la que los presentes en la sala --principalmente representantes de instituciones y colectivos sociales--deberían tomar buena nota. En la que presumiblemente será su última aparición pública antes de renunciar a la presidencia de la caja, el turolense nos recordó que Aragón posee una serie de fortalezas adicionales que conviene exprimir. Su posición estratégica, sus recursos naturales y turísticos, ahora que nos encaminamos hacia una sociedad de servicios especializados, son activos que no por recordados machaconamente son menos importantes.

En el caso concreto de Zaragoza, la mejora de las redes de infraestructura, aún insuficiente, desde luego, y los proyectos relacionados con la logística o las nuevas tecnologías para evitar una fuga de cerebros, fueron otros de los aspectos destacados por Pizarro. Para terminar con una receta: si Zaragoza no quiere perder el tren del siglo XXI y colocarse en el lugar que le corresponde precisa de organización, impulso emprendedor y cohesión social.

El diagnóstico de oportunidades glosado por el también presidente de Endesa recoge, como habrá visto el lector bien informado, el discurso de fondo de casi todos los políticos que le han pedido el voto en los últimos años. La clave está, pues, en preguntarse por qué no hemos sido capaces de explotar aún más todos los atractivos que innegablemente poseemos. Y al margen de un análisis más coyuntural y pormenorizado que busque conclusiones objetivas, existe también un factor subjetivo, una cuestión global. Sufrimos un problema de mentalidad y de estado de ánimo: da la sensación de que no nos lo creemos porque llevamos décadas con la autoestima por los suelos, viendo como muchos aragoneses enamorados de su tierra se veían obligados a emigrar y constatando que la comunidad pintaba poco por no decir nada en la toma de grandes decisiones de Estado.

Llegados a este punto, podríamos glosar otros males endémicos con los que de manera a veces simple pretendemos dar explicación a nuestros males como sociedad. La falta de liderazgo o la perversión de los espacios de poder, por poner dos casos. Pero nuestro día a día se escribe con letras más pequeñas. La verdad es que conozco a muy pocos ciudadanos que estén pensando en estas variables cuando desarrollan su trabajo cotidiano.

Lo decisivo en ese mundo de la letra minúscula pero no por ello menos importante es que todos podemos contribuir para hacer un Aragón más grande. De ahí que EL PERIODICO DE ARAGON mantenga un año más su habitual certamen Aragoneses del Año para premiar a los grupos o los individuos de la comunidad que hayan acreditado mayores logros en su campo de actividad. Podrá parecer una cuestión menor para el desarrollo y el progreso de una comunidad, y desde luego quien piense así puede tener parte de razón. Pero bien mirado, que los 90.000 lectores que cada día nos siguen puedan emitir sus votos para señalar a los mejores en el mundo de la cultura, la empresa, el deporte, la ciencia o los valores humanos es un buen acicate para quienes buscan la excelencia en su quehacer.

Los medios de comunicación no debemos sustraernos de nuestras obligaciones principales, que no son otras que informar, formar, analizar, valorar e incluso entrener. Y sin embargo, enfrascados en un mundo cada vez más complejo y acelerado, con una sobreabundancia de fuentes informativas no siempre acreditadas, es bueno y hasta necesario que una vez al año nos detengamos para ensalzar a los personajes más destacados de nuestro entorno más inmediato, la región en el caso que nos ocupa. Y Aragón, retomando el argumento inicial, está necesitado de momentos como el que nos disponemos a vivir el jueves por la noche, cuando se conocerán a los ganadores del certamen Aragoneses del Año en la gran cena de gala de la primavera zaragozana.

En Aragón hay hombres y mujeres que se vuelcan en su trabajo y que exprimen sus vocaciones para dar lo mejor de sí mismos. Gentes competentes, la mayoría de las veces anónimas, a las que nadie suele reconocer. Por eso, EL PERIODICO DE ARAGON quiere mantenerse fiel a su cita anual y anima a todos los aragoneses a compartir este momento único en el año. El próximo jueves, siete personas muy significativas serán homenajeadas en la Feria de Muestras por decisión popular, tras haberse publicado durante casi un mes boletines de votación para participar a través de estas mismas páginas. Si la fiesta sirve para matizar ese estado de ánimo negativo que tanto daño nos ha hecho, muchas veces inconscientemente, se habrá conseguido el fin para el que fue concebida hace ya once años. Los diagnósticos siempre son necesarios, pero ha llegado un punto en el que o cambiamos de mentalidad o tendremos que ir pensando en cambiar definitivamente otras cosas.

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