Tras los malos resultados del 25-M, la Ejecutiva del PSOE decidió ayer convocar un congreso extraordinario del partido para el próximo julio. Con esta derrota, el secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, que ayer mismo anunció su retirada, ha perdido el control de los tiempos diseñado en el congreso de Sevilla. El líder del PSOE alegó ayer que el cambio propuesto tras el desastre del 2011 sigue siendo válido. Que el camino es abrir el partido a la sociedad con unas primarias, renovar el programa de salida de la crisis, regenerar la vida política y plantear una reforma constitucional, pero que la dirección actual "no ha recobrado la confianza" de los ciudadanos. En definitiva, que la dirección no ha conectado con la calle. Pese a que la debacle responde en parte a la fuga de electores que sí han conectado con la sociedad, como Podemos, Rubalcaba antepone la reorganización interna del partido a la elección del candidato en unas primarias abiertas a la ciudadanía. La solución de la dirección saliente, bajo el influjo de la poderosa federación andaluza que encabeza Susana Díaz, es una renovación bajo control.