Nos montamos la vida con lo que por educación, por convicciones, por entorno, nos cae cerca. Pero hay algunos que saben darle la vuelta y echar a andar desde un punto más avanzado. Nanette es el último espectáculo de stand up de Hannah Gadsby, monologuista australiana que tras una década dedicándose a hacer reír por la vía de la autohumillación, decide que está hasta el moño de hacer pasar por divertidas cosas que a ella le hacen mucho daño y son taras de una sociedad enferma. Dicen que reírse de uno mismo es sano; seguramente lo es para empezar, pero estancarse en esta risa también es la manera de no madurar. A eso es a lo que Gadsby dice basta. Hace unos días una mujer contaba que una tarde, en la terraza de un bar, un grupo se dedicaba a increpar a todas las mujeres que pasaban. Cuando les llamó la atención, respondieron riéndose que eran La manada 2. Estos días en las redes sociales han proliferado perfiles de individuos que pretenden desacreditar la ola feminista diciendo que supone un retroceso de las libertades. Viendo Nanette y leyendo estas gilipolleces, pensaba que aunque, en apariencia, tanto Gadsby como los antifeministas hablan del mismo tema, ni de lejos trabajan con el mismo material mental. Si la primera levanta la voz para decir basta a una perversión social que desde hace años relega a secundario todo lo que no es heteronormativo, los segundos juegan a indignarse para perpetuar esta perversión. Tenemos que decidir si avanzamos o si nos quedamos instalados en aquello que si aún nos hace reír, es porque nos negamos a madurar. H *Librera