Quizá la del 93, aunque estaba Aznar tan seguro de que ganaba y el PSOE que perdía, que probablemente ni siquiera ésa sea comparable a la actual. En todas las elecciones en las que los resultados estaban prácticamente cantados, el proceso viene determinado por la convicción de que ninguno de los dos grandes partidos va a obtener mayoría absoluta. Por lo tanto, la primera reflexión es que habrá ganado los comicios el que saque más votos o más escaños, pero la segunda, y más importante, es que gobernará quien sea capaz de pactar, aún desde la minoría e incluso desde el segundo lugar electoral. Sólo estas circunstancias explican el alto grado de nerviosismo y de tensión que se están viviendo cuando la campaña propiamente dicha todavía no ha comenzado, y estamos en esa especie de calentamiento previo. Y la verdad es que la están animando espontáneamente: Trillo parece estar empeñado en pasar a la posteridad como el payaso mayor del Reino, Aznar da la impresión de que dinamita al pobre Rajoy, y Zapatero pide un cheque en blanco a cambio de una sonrisa, porque ese es todo su mensaje. Pero los de atrás arrean. Vaya que si arrean.

*Abogado