Las previsiones del Gobierno para la temporada turística son optimistas y las cifras que se conocen, hasta el mes de junio, redundan en esta perspectiva halagüeña para el sector. La ralentización de la que organizaciones empresariales como Exceltur advertían en el primer trimestre del año parece que no va a consolidarse; los datos, hoy por hoy, sin embargo, son incuestionables, aunque deben matizarse en función del destino y del tipo de oferta. Este junio se ha llegado a la cifra total acumulada de 38 millones de turistas extranjeros en España, lo que significa un aumento del 2,8% en relación al mismo mes del 2018. Son 8,8 millones de visitantes en un mes, un 3,2% más que el año pasado. Cataluña pasa por primera vez en una década a ser el destino más deseado por el turista extranjero (2,1 millones), convirtiéndose en líder español, por encima de Baleares y Canarias, dos comunidades que sufren descensos notables, afectadas no solo por la retracción del mercado británico, con el brexit en el horizonte, sino por el desgaste de un modelo que requiere revisión y alternativas.

Las organizaciones empresariales señalan las sombras que existen en este panorama generalmente positivo: aducen que el turismo nacional no será capaz de compensar el descenso en lo que denominan «fábricas del turismo», el circuito de tour-operadores más centrados en una oferta de sol y playa, que va a la baja y que demanda más inversiones y un replanteamiento de la política de proyección, más si se tiene en cuenta que determinados destinos (desde Turquía a Egipto, pasando por los Balcanes) vuelven a representar una seria competencia.

Siendo significativa la cifra de visitantes, todavía es más positivo el dato del gasto, que lleva 11 meses de crecimiento continuado. En junio llegó a 9.696 millones de euros, un 3,5% más que en el mismo periodo del 2018. La previsión del Gobierno va en esta misma línea: aumento global del 1,7% en número de visitantes, pero especialmente un volumen de gasto superior en un 3,2%, lo cual viene a certificar la visión de los expertos que vaticinan que el futuro del turismo estriba en una mayor proyección no tanto del número de turistas como de su capacidad de activación económica del consumo en los sectores que están mostrando mayor fortaleza y, sobre todo, mayores expectativas de futuro: el turismo urbano o rural ligado a valores y experiencias culturales, comerciales o naturales.