Dicen que el poder desgasta, pero desgasta más perderlo. Escuché esta contundente frase a un político y existen ejemplos recientes que demuestran cuanta razón tenía. Como el extraño caso de Mr. Aznar pronto sólo interesará a los profesionales de la psiquiatría, me centraré en Carod Rovira, un personaje (de momento) algo menos patético. Tras sus últimas declaraciones da la impresión que el exconseller perdió algo más que el cargo tras su vergonzosa reunión en Perpignan. Debe resultar adictiva esa realidad virtual que generan con sus objetivos las cámaras de televisión, porque desde su salida forzosa del gobierno catalán, Carod se empeña en mantenerse a toda cosa en el candelabro . Esto no justifica en absoluto la ridícula polémica de la selección de hockey sobre patines o su salida de tono cuestionando la candidatura olímpica Madrid 2012. Si el objetivo es salir en la tele se me ocurren maneras mucho más graciosas y algo menos destructivas: hacer streaking en la final de la copa Davis, formar pareja cómica con Rodríguez Ibarra o presentarse a Gran Hermano. Así puede asegurarse un divertido futuro como tertuliano de Crónicas Marcianas, igualito que su excompañera Pilar Rahola.

*Músico y gestor cultural