John Kerry cerró la convención demócrata con un discurso impecable que le confirma como un gran candidato. Logró su objetivo de transformarse en un serio aspirante a presidir EEUU con fortaleza y garantizar su seguridad. La alocución ante las bases demócratas ha logrado introducir al hasta hace poco sólo senador por Massachusetts en las casas de los ciudadanos que deberán votarle en noviembre. Sin demasiadas novedades, la única nota política relevante de la ceremonia de designación ha sido la voluntad de presentarle como alguien que lo hará mejor que Bush en todo, incluida la seguridad. Por lo que ha prometido poner en marcha la reforma de los servicios de inteligencia y crear dos nuevas divisiones de infantería, pero también hacer compatible este reforzamiento militar de EEUU con una conducta diplomática que le haga más respetado internacionalmente.

Kerry dice que echa de menos los días en que los norteamericanos eran amigos admirados y adalides de la democracia. Si remedia la ruina del prestigio de su país en el mundo, ya habrá hecho algo admirable. Para ello, deberá, primero, ganar, y luego aplicar una política sobre la que pasó de puntillas en su discurso de cierre de primarias.