En las próximas generales, y no digamos en las autonómicas y municipales, elegiremos entre tantas candidaturas que algunos echarán de menos no poder votar varias veces. En Aragón, por lo visto, las derechas experimentarán el vértigo de la división, y las izquierdas lo elevarán a categoría de arte. Bueno… como en el resto de España. Salvo Navarra, oigan, donde la réplica españolista al desafío abertzale ha forjado un acuerdo entre Cs y UPN, lo cual es digno de admiración, pues si los de Rivera se presentan a sí mismos como implacables adversarios de convenios y conciertos por parte de «regiones privilegiadas», los otros son decididos foralistas y defensores de la independencia fiscal. El PP también estará en el pacto.

En Aragón, según mis cuentas, a las autonómicas se pueden presentar al menos siete listas diferentes, todas las cuales (menos Vox) han tenido o tienen ya presencia parlamentaria: PP, Cs, PAR, Vox, PSOE, CHA e IU-Podemos (¿o IU por un lado, y Podemos por otro?). Alguien se quedará fuera.

En las generales, la novedad radica en la ausencia de las dos formaciones aragonesistas de referencia, PAR y CHA. A los primeros no les cuadró repetir coalición con el PP, porque ahí ya no había mucha cosa que ganar y suponía quedar atados a la hora de establecer pactos en el escenario autonómico. Los segundos hablaron, que se sepa, con el PSOE por un lado y con IU-Podemos por otro. En ambos casos se tropezaron con muy poca receptividad. Los socialistas, al fin y al cabo, bastante tienen con sus líos internos y los codazos para estar en puestos de salir seguro; a su vez, Podemos dijo que nones por boca del jefe Echenique, que vuelve a Zaragoza por elecciones (de primer candidato al Congreso)y no quiere que nadie le eche una mano, pues seguramente se basta y se sobra para perder el escaño que ahora disfruta Pedro Arrojo.

Y una última observación: nadie sabe quienes serán los candidatos de Vox. Pero a estos les votarán los suyos… aunque presenten al perro Rintintín o al toro Isleño.