Casi todo en la vida tiene dos caras, los resultados electorales del 10-N no iban a ser una excepción, que se lo digan si no a los representantes políticos, simpatizantes y votantes del Partido Popular nacional y aragonés.

La cara le viene dada por el triunfo que indudablemente supone haber conseguido un cuarto diputado en el Congreso, sin embargo analizados con el detalle y sosiego que los datos requieren parece que no puede negarse que tras la cara hay una cruz. Así lo sugiere el hecho de que su porcentaje de votos en la provincia de Zaragoza caiga, y aunque es verdad que lo hace muy ligeramente al pasar de un 17,97% a un 17,95% lo cierto es que el hecho está ahí. Por un lado sube en todos los barrios de la ciudad de Zaragoza y en todos los grandes municipios de su provincia, de nuevo la cara, pero baja en Belchite, Illueca y Quinto, he ahí la cruz.

Algo parecido ocurre en la provincia de Teruel donde desciende de un 23,78% a un 23,69 y es que allí pierde votantes en todos los grandes municipios a excepción de Alcañiz y Valderrobres en los que aumenta su presencia. Muy probablemente se trata de una pérdida achacable a la vigorosa irrupción en la escena política de la agrupación de electores Teruel Existe, que ha superado con creces lo que le auguraban los vaticinios más optimistas. La cara más amable les llega desde el alto Aragón puesto que es en Huesca donde el PP pasa del 20,13 del porcentaje de votos al 26,34 ascenso significativo especialmente visible en Barbastro y Monzón.

En todo caso como esto no deja de ser un ejercicio de cifras y letras hay algo que no querría que quedase en el tintero. ¿Son esos unos buenos resultados? De sobras sabemos que en un discurso hacia el exterior la mayoría de los políticos tratan de convencernos de que han ganado y desde el punto de vista numérico así ha sido al incrementar en uno sus diputados pero tendrán que convencerme de que no es una victoria que sabe a poco, un victoria derrotada ya que a juzgar por los resultados no es precisamente el PP el que ha sabido capitalizar el hundimiento de Ciudadanos.

Desde luego no me parece que sea el único partido político que deba hacer autocrítica pero dado el laberinto en que nos hallamos tampoco creo que le convenga mirar para otro lado, estoy convencida de que ni es lo mejor para ellos ni es lo que los ciudadanos demandan y necesitan. En esa línea, basta pensar en que en nuestra Comunidad Autónoma el centro derecha que el Partido Popular representa no ha sido capaz de atraer a los votantes suficientes y necesarios como para evitar una polarización que, sin embargo, sí ha sido evitada en Galicia. Sea como fuere en política la miopía no es buena compañera, y si resulta lógico felicitarse por pasar de 66 a 88 escaños no estoy segura de que sea lo más inteligente cuando muy poco más atrás 139 eran vistos como un mal resultado. Visto lo visto tal vez el quid de la cuestión radique en que gobernar o no gobernar tiene muchas más consecuencias que las que resultan a primera vista.