La Unión Europea se viste de mujer. Muchas discusiones, larga y dilatada jornada de negociaciones, pero por primera vez en la historia, dos de las principales instituciones europeas, la Comisión y el Banco Central Europeo, van a estar dirigidas por dos mujeres, la alemana Von der Leyen y la francesa Lagarde. No se parece en nada a la ecuación inicial, en la que la propuesta era un cambio de color en la presidencia de la Comisión a manos de los socialistas (ese era el plan de Merkel al que los populares europeos se opusieron rotundamente), pero el resultado ha sido liberador, en tanto en cuanto, y pese a las diferencias, los acuerdos son posibles, algo que en la realidad española parece harto improbable. El reparto final del poder pone de manifiesto dos cuestiones: la victoria absoluta del Partido Popular Europeo que ha barrido para su casa dos de los cuatro cargos de responsabilidad en la Unión, logrando con ello otro hito histórico, la paridad de género; y la capacidad de liderazgo del eje Alemania-Francia-España, que se ha asegurado sus silloncitos. Buena jugada la de Sánchez, la de caminar de la mano de Macron y Merkel, que le ha valido para devolver a España a la primera línea de la política europea después de 15 años, al garantizarse a un Borrel como Alto Representante de Política Exterior y vicepresidente de la UE. Si le sumamos la entrada de los liberales en el gobierno europeo que situando al belga Michel en la presidencia del Consejo han conseguido que por primera vez en 40 años el poder no solo esté repartido entre populares y socialistas, podemos afirmar que estamos ante un punto de inflexión en el devenir del proceso de construcción europea, que estrena hoy su rostro femenino.

*Periodista y profesora de universidad