El Carmina Burana es un manuscrito escrito en Alemania en el siglo XIII. Poemas satíricos, cantos de amor y canciones de taberna en los que basaron su repertorio los goliardos, clérigos de vida disoluta que vagabundeaban por Europa. A la gente nos gusta que nos cuenten historias: las tragedias de los dioses, las guerras de los reyes o las pasiones de la corte. El chismorreo forma parte de esa necesidad, es su vertiente más prosaica y banal, pero siempre, hasta en las más pequeñas comunidades, las comadres han hablado de la vida privada de sus vecinos. No sé porqué algunos se rasgan las vestiduras ante el revuelo catódico tras la muerte de la Ordóñez. Su historia reúne ingredientes de folletín: sexo, excesos y, finalmente, tragedia. Puestos a elegir, prefiero lo rosa a lo amarillo: que la gente se entretenga con los chismes sobre los inofensivos personajes del corazón a que se mire con microscopio la vida sexual de los candidatos a presidente. De los políticos lo importante es que se fiscalice sus decisiones, no su entrepierna. Y sí, la tele es muchas veces superficial y hortera, pero el que quiera algo profundo y complejo, que apague el receptor y abra el Ulises de Joyce.

*Músico