El Partido Popular ha sido el último que, aprovechando la carrera electoral del 14-M, se ha sumado a lo que ya vienen pidiendo CiU desde hace años y el PSOE desde hace meses: que el carnet de conducir deje de ser un derecho adquirido de por vida y que su tenencia esté limitada al comportamiento de su titular. En la práctica se le llama el carnet por puntos: cada vez que un conductor vulnera el Código de Circulación, reduce su derecho a seguir circulando.

En los países desarrollados donde ya se aplica, el carnet por puntos se ha revelado como una medida eficaz para reducir la siniestralidad viaria. En España, con más de 4.000 muertos al año en accidentes de tráfico --en carretera y ciudades--, se impone seguir ese modelo limitativo del permiso de conducir, aunque habrá que adaptarlo al perfil de las infracciones más habituales que se dan en nuestro país. El consumo de alcohol, la velocidad excesiva, saltarse un semáforo o la invasión del carril contrario son conductas de amplio rechazo social. Para disuadir a los infractores ya no es suficiente imponer multas, aunque sean de miles de euros. Hay que consensuar las condiciones para sacarles, con toda justicia, de las calles y las carreteras.