Visto desde fuera, Esquerra Republicana es uno de esos partidos en los que es imposible entender casi nada.

Su ideología, para empezar.

¿La tiene? Ah, sí, ese nacionalismo sectario. ¿Y desde cuándo los supremacismos de cualquier tipo son izquierdistas? ¿No suponía la izquierda un canon universal, solidario y tolerante?

¿En qué es de izquierdas ERC? Sus medidas de gobierno, siempre en coalición con los corruptos burgueses de Jordi Pujol, han sido puramente neoliberales, pro-capitalistas. ¿Recetas socialistas? Ninguna.

Sus dirigentes, Junqueras, por ejemplo, son bichos raros, una mezcla de democristianos y anarcos. Pero al obrero, ni se lo miran. ¿Qué ha hecho Rufián para mejorar el nivel de vida de las clases populares? ¿Y Pere Aragonès, el nuevo curita en gobierno con Torra, qué reformas sociales ha puesto en marcha?

El antiguo dirigente de Esquerra traslada su esperpento al análisis político

Para intentar entenderlos, leo los últimos artículos y declaraciones de uno de sus antiguos próceres, Josep-Lluís Carod- Rovira. Aragonés de origen, aunque ejerza de catalán indepe. Cuando fue consejero de la Generalitat no se le ocurrió otra cosa que reunirse con ETA (siendo, además, hijo de guardia civil) para que no atacasen Cataluña; si los terroristas golpeaban el resto de España, a él le daba lo mismo.

En los últimos años, este lunático, lógicamente apartado de todo cargo público, se ha dedicado al análisis político. Sus más recientes tesis se han orientado a criticar a Puigdemont, al que acusa de haberse precipitado en la proclamación de la república catalana (acto bufo que, sin embargo, tuvo como cómplices y testigos a sus compañeros, a la plana mayor de ERC). En la tortuosa mente de Carod, el encarcelamiento de Junqueras se interpreta como un fracaso y una trampa frente a la tramposa libertad de Puigdemont. Tal vez fue éste último, el Puigdi, parece insinuar Josep-Lluís (¡Que no me llamen José Luis!, bufó, y es su frase más famosa, en aquel programa de tv) lo organizó todo, incluida su fuga, para que el Junqui pagara los platos rotos en la soledad de una celda.

Este es el nivel, en fin, de los ideólogos y líderes del procès.