En lo que va de año la siniestralidad ha bajado un 10% en las carreteras españolas. Esta tendencia positiva está superando ahora la prueba de fuego que para los accidentes suele suponer el éxodo vacacional. Ninguno de los datos es ajeno a la política diseñada por las nuevas autoridades de tráfico, basada en considerar que las muertes en carretera no son fruto de la casualidad. Sólo hay que conseguir que se cumplan las normas para evitarlos.

Pero tiene razón el director general de Tráfico, Pere Navarro, cuando alerta de que hasta ahora el descenso se ha basado más en sacudir la conciencia de la opinión pública que en medidas con efectos a largo plazo. Si se quiere consolidar y amplificar la actual mejoría hay que abordar sin demora la implantación del carnet por puntos y la reforma del Código Penal que reclaman las asociaciones de víctimas de accidentes.

Proseguir, en definitiva, por el camino abierto por Francia e Italia. En lo que va de año, han muerto en España 228 personas menos que el año anterior, pero otras 2.001 han encontrado la muerte. Diez veces más que el número de fallecidos en el 11-M. Demasiados.