Soy, señor, uno de los dos ciclistas a los que adelantó, el sábado por la mañana, en el tramo de la ZP-1108 que va de Torrecilla de Valmadrid al PTR. Su veloz audi nos pasó a menos de un metro, acelerando y achuchándonos con insistentes pitidos. Nosotros estábamos ceñidos a la derecha, ni siquiera circulábamos en paralelo y además la carretera carece de arcén en ese lugar. ¿Pretendía que nos esfumásemos? Le gritamos unos cuantos improperios, y entonces le vimos frenar, parar en medio de la calzada y esperarnos para pedirnos explicaciones... ¡porque usted creía tener razón y nos consideraba infractores a nosotros! Encima íbamos bastante quemados: poco antes habíamos tenido otro incidente parecido aún más brutal y peligroso, que casi nos tira a la cuneta. Por eso le abordamos cargados de adrenalina e indignación, y le dijimos de todo menos guapo. Al final, preocupado supongo por su propia integridad física, nos pidió perdón. La cosa quedó allí. Cada cual siguió su camino. Y ahora soy yo quien le pide disculpas: mi actitud y la de mi compañero tampoco fue apropiada.

Ya sabrá que 24 horas después un automovilista borracho atropelló y mató en la N-420 a un vecino de Cella que circulaba en bici. Ya casi son treinta los ciclistas muertos en accidentes similares este año. Treinta y tres en 2016. Cuatrocientos en los últimos años. Es como si se hubiese levantado alguna veda. Y quienes pedaleamos sobre el asfalto ya nos estamos dando cuenta de que, si bien la mayoría de los conductores actúan correctamente, no pocos infringen las normas, ignoran lo que indica el Código de la Circulación e incluso parecen odiar, no sé por qué, a quienes circulamos sobre dos ruedas, encaramados a un artilugio fragilísimo de aluminio o fibra de carbono, sin más protección que un ligero casco de plástico. No somos una amenaza para nadie. Quizás por eso cada vez estamos más amenazados. Quitarnos la vida (¿asesinarnos?) suele salir casi gratis. Lo cual nos tiene aborrascados y enardecidos.

En todo caso, siento de veras lo del otro día y le envío mis saludos.