Surgieron denunciando a la casta política: ellos iban a hacer política de otra manera… Aún esperamos verlo.

Soy militante socialista de las llamadas históricas, natural de Chile, y he intentado decirle al señor Iglesias a la cara lo que me parece su actitud -de todos ellos- en los últimos tiempos, pero no he encontrado la manera.

Pablo Neruda, chileno, que el año 36 era agregado cultural de Chile en Madrid, escribió en Confieso que he vivido, sus memorias, el dolor de ver a los españoles luchar entre sí; pero el dolor máximo fue ver matarse entre sí miembros de distintas formaciones de izquierda. Para algunos historiadores esta lamentable división de la izquierda fue una de las causas de la derrota en la guerra. Podría esperarse fuese esta una lección asumida por la izquierda española, que ha comprobado en otras ocasiones que si la izquierda se divide, gana la derecha.

Pero los de Podemos no se ve que hayan aprendido la lección. Ya son dos investiduras fallidas para el socialismo porque el señor Iglesias en el momento clave vota junto a la derecha. Ahora mismo, estos izquierdistas de pacotilla tienen a todo el país en vilo, en movimiento congelado y pasándolo mal por la falta de Gobierno, pero ellos, a lo suyo.

Desde el comienzo se le ha oído insultar, con tono agrio y faltón, a la señora Montero. Iglesias lloriquea que se ha sentido «humillado» como en riña de enamorados… Incluso le hemos visto leer el futuro del señor Sánchez, ha dicho que si nos lleva a nuevas elecciones «no será presidente nunca»… Apocalíptico. Pero real, pareciera que mientras dependa del señor Iglesias, él prefiere el abismo antes que dar un apoyo franco y leal al líder socialista, que no olvidemos ha sido quien ha ganado las elecciones generales.

El presidente socialista chileno Salvador Allende alcanzó esa condición luchando incansablemente por la unidad de la izquierda. Es su gran legado, el legado de un gran político que es una lección en muchos sentidos. No fue suficiente la unidad de la izquierda, ya lo vimos, para luchar a la vez contra el imperialismo y la reacción, pero era la precondición para intentar nuestra «revolución en libertad». Los de Podemos prefieren inspirarse, si de América Latina se trata, en Cuba o Venezuela, países que sí han hecho una revolución, pero que no pueden presumir de democracia ni de libertad.

Chilena también es Marta Harnecker, recientemente desaparecida, con quien coincidimos en La Habana en los años 70; mi marido y yo, socialistas de base, y ella socialista VIP, casada con el segundo hombre más poderoso de la Revolución, Manuel Piñeiro. Se dice que Pablo Iglesias profesa su admiración a Harnecker, gran divulgadora de los máximos pensadores marxistas, quizás porque ella ha sido asesora de Hugo Chávez y luego, de Maduro. Pero, aunque la admire, no parecen seguir mucho sus lecciones, pese a que el señor Iglesias es precisamente profesor de Ciencia Política. Por ejemplo revisamos su volumen Enemigos, aliados y frente político. ¿Tendrá claro el señor Iglesias el concepto de enemigo principal, el abc del pensamiento revolucionario?

Hay enemigos inmediatos y enemigos estratégicos, nos dice Marta Harnecker. ¿Es el socialismo el enemigo inmediato o estratégico del señor Iglesias? Si no hablamos en términos electorales, sino en términos de los aliados necesarios para realizar un programa de izquierdas no lo somos, aunque Podemos insista en tratarnos como tales.

El enemigo inmediato, dice Harnecker, tiene que ver con la contradicción principal u obstáculo principal para avanzar y es importante su correcta definición porque nos permite decidir hacia dónde descargar el golpe principal.

No negará el señor Iglesias que cuando pudo votar y no votó la primera investidura de Sánchez dinamitó su propio avance, y otro tanto es lo que hace ahora, dándose un tiro en el pie, en lenguaje coloquial. Y es el segundo; es decir, no hay nada como ser experto en Ciencia Política para mearse (con perdón) en los electores. Bueno, experto en Ciencia Política o niño pijo, que viene a ser muy parecido, para que te importe cero ese bienestar de la gente que tanto cacareas.

Si se trata de las alianzas, Harnecker es taxativa: «No hay revolución sin alianzas». Y Lenin considera error grave y peligroso en los comunistas creer que la revolución la pueden hacer los revolucionarios solos; por ello dice: «Sin la alianza con los no comunistas, en las más diversas esferas de actividad, no puede hablarse siquiera de una exitosa construcción comunista».

Atendiendo a todo esto, me atrevo a decirle: señor Iglesia se ha equivocado usted clamorosamente ya dos veces, de manera que nos afecta gravemente. Si su objetivo de revolucionario es avanzar, solo la alianza con nosotros socialistas se lo va a proporcionar.

*Secretaria y fundadora de la Asociación de mujeres latinoamericanas en Zaragoza