Señor Azcón : quiero comenzar diciendo que usted y yo nos conocemos desde hace ya unos cuantos años y que nuestra relación se puede calificar de cordial. Y lo quiero dejar claro porque podría haberle llevado esta misiva personalmente ya que estoy seguro de que me hubiese recibido para tal encomienda. Lo que estoy queriendo decir es que si no ha sido así, presencialmente, no es por su voluntad, soy yo quien ha preferido utilizar este medio de comunicación para informarle de lo que lleva un tiempo rondándome por la cabeza y de esta forma conseguiré que algunos otros convecinos nuestros también conozcan esta idea y opinen, si así lo desean, sobre la misma.

Tiene que ver con el coronavirus, claro, hoy en día lo contamina todo, pero también con otras acciones no directamente relacionadas con el bicho.

Está muy reciente la polémica por el fallido nombramiento de Fernando Simón como Hijo predilecto de nuestra ciudad. Mi opinión es contraria a la decisión tomada pero no pretendo hablarle de ello, al menos directamente. Sí me ha agradado el que se haya concedido la Medalla de oro de Zaragoza a los sanitarios. Es un reconocimiento muy merecido y que aplaudo, y en esa línea van a ir estas líneas.

La reacción ciudadana ante la actuación de los sanitarios en la pandemia fue espectacular. Nos echamos a las ventanas durante muchos días, a las ocho de la tarde, aplaudiendo con todas nuestras fuerzas para expresarles un gran afecto. En Zaragoza estoy seguro de que la concesión de la medalla de oro habrá sido aplaudida con el mismo entusiasmo, es una distinción muy importante. Pero a algunas personas nos gustaría ir un poco más allá ya que esto de la medalla pasará y en unos meses nos habremos olvidado de ellas.

Quiero proponerle que en Zaragoza se le ponga el nombre de una calle o plaza a los sanitarios, con esa denominación, insisto, genérica, sin distingos entre ellos. En caso de que le parezca bien la idea quedarían algunos pasos más, como elegir dónde. Lo usual es ir nombrando a las calles nuevas, en los barrios en expansión, y ya me parecería suficiente, pero puestos a pedir querría algo más. No es habitual pero sí se ha hecho en algunas ocasiones, cambiarle el nombre a una calle o plaza, por motivos históricos, como ha ocurrido con la antigua del general Sueiro hoy de José María Lacarra , pero no solo se ha hecho por eso. Cito el ejemplo de la calle José Atarés , que le toca muy de cerca a usted, y que antes era el paseo Ranillas, cambio que no todos aplaudieron pero que fue muy bien acogido por una gran mayoría de zaragozanos dado el afecto que despertaba el exalcalde. Hoy pienso que ocurriría lo mismo si se elige bien la calle o plaza a sustituir por la nueva denominación de sanitarios. Y me voy a atrever a dejar en estas líneas una idea, por si la quiere recoger.

Las advocaciones callejeras a la Virgen del Carmen son numerosas. Y todas ellas muy próximas entre sí. Comenzaré por recordar que en la calle Hernán Cortés hubo durante muchos años un acuartelamiento que tenía ese nombre. Y saliendo desde el solar de aquel cuartel nace la calle con esa denominación, que llega hasta la avenida Goya . La calle del conquistador citado termina, por el norte, en la Puerta del Carmen, histórica por su antigüedad y relevancia en los combates de los Sitios de Zaragoza. Ya en el paseo María Agustín y muy cerca de esa puerta está la parroquia del Carmen y en dirección opuesta pero también muy próxima está la plaza del Carmen, que en los rótulos de cerámica de Muel que la indican identifican como Nuestra Señora del Carmen. La proximidad de estos lugares lleva a algunos visitantes a perderse a la hora de encontrar alguno de ellos y si se toman la molestia de entrar en un buscador de los más utilizados verán que se mezclan informaciones de esta plaza con la puerta. Plaza del Carmen, Puerta del Carmen.

Yo le cambiaría el nombre a la plaza. Y mis argumentos son estos. Es pequeña, coqueta, muy céntrica. Se podría remodelar todo el entorno, ampliando el espacio peatonal próximo que es la calle Cádiz. En cuanto a las afecciones que siempre se denuncian por algunos vecinos hay que decir que los números de la plaza son muy pocos pues los del oeste pertenecen a la calle Marceliano Isábal y otros, por el norte, lo son de la calle Cádiz. Hay un busto de Goya, obra de Honorio García Condoy , que podría situarse en cualquier otra ubicación y colocar en ese lugar una escultura alegórica a la profesión sanitaria. Como ve yo solo encuentro ventajas en la propuesta, que, además, no supone apenas desembolso económico. Me gustaría que usted llegase a opinar lo mismo. Saludos.