En todas las guerras --y también en la paz-- ocurren barbaridades como las torturas que estamos conociendo en Irak, porque así es el ser humano. La diferencia entre una situación democrática y una tiránica radica en que en la democracia esas barbaridades pueden ser conocidas y por lo tanto corregidas, y en tiranías como la de Sadam y otras no salen a la luz hasta después, cuando ya no tienen ningún remedio. Es imprescindible denunciar las atrocidades, pero cuando algunos llegan a inventarse y trucar testimonios como ha hecho algún periódico británico, o a utilizar la denuncia para incitar al abandono de los iraquíes que aspiran a vivir en libertad, se está atacando la democracia, se está promoviendo la solidaridad con los terroristas y se está condenando a muchos pueblos a soportar a sus Sadam Husein respectivos. En España acabamos de tener un ejemplo de esa actitud suicida, que convierte en chusma a los ciudadanos, como ha dicho algún comentarista: ante los atentados del 11-m, decenas de miles de personas han llamado "asesinos" a quienes nos defendían del terrorismo, exculpando y protegiendo a los verdaderos asesinos. Y la retirada de tropas de Iraq, se justifique como se quiera, ha sido una gran victoria para Ben Laden. -- José Miguel Rubio. (Zaragoza) M