Se denomine terrorismo o resistencia, la guerra sigue en Irak. Y entre las imágenes truculentas que nos llegan de ese país, a veces se ven oleoductos ardiendo. A estas alturas ya sabemos que la guerra fue por el petróleo, que ahora arde entre bombazos.

¿Dónde está la seguridad defendida por los paladines de la guerra contra el terror? ¿Cuánto petróleo se pierde a causa de los ataques? ¿Y si en un futuro cercano el objetivo preferido del terrorismo internacional fuesen los oleoductos?

Somos gigantes con pies de barro. Compramos coches con aire acondicionado, tenemos calefacción en invierno; pero fuera de la comodidad de nuestra burbuja hay inestabilidad creciente en los países productores de oro negro.

Por lo demás, el petróleo no va a manar siempre en abundancia. No pueden quedar ya muchos yacimientos vírgenes para satisfacer el consumo creciente de combustibles, a largo plazo. Esto es preocupante. Deberíamos ahorrar más energía y buscar nuevas energías en serio.

--Chuaquín Gabás. (Zaragoza) C