Tikal, el quetzal, Antigua, Atitlán, volcanes, Río Dulce, y Belize, ese Kuwait centroamericano de cayos con nombre inglés: la Guatemala de la "eterna primavera", los gringos, los dólares, los frijoles, la cerveza Gallo, los bananos, del neoliberalismo galopante.

Me interesó más la otra Guatemala, la del interior y la montaña: El Quiché, los Cuchumatanes; los quetzales que no alcanzan; el orgullo maya (aun mitificado); el problema de la tierra (los más no tienen; los menos se la apropiaron todita), la desnutrición y desatención educativa, sanitaria; los coyotes al Dorado engañoso del norte; los gobiernos que pasan y roban y se turnan, las oligarquías terratenientes monoagroexportadoras, con conciencia de clase, pero no de país, de Estado; unos acuerdos de Paz de 1996 más antiguos, por incumplidos, que los tercos edificios de Antigua.

La Guatemala de la primavera truncada por el golpe de Estado ideado por la CIA en 1954. --José María Ballestín Miguel. (Zaragoza) M