Aunque parezcan lo mismo, dichos términos poseen connotaciones que substancialmente los diferencian. Los ídolos a diferencia de los modelos son figurines efímeros que viven lo que dura un capricho, una moda o un antojo deseado.

Son como copas de oro que rebosando de un intenso brillo, con el calor de la llama de la contradicción se funden reduciéndose en híbridos difícilmente identificables.

Por el contrario, los modelos perduran en el tiempo por basar su estereotipo en la virtud, el esfuerzo, la ejemplaridad y el buen hacer hundiendo sus raíces en el trabajo cotidiano bien acabado ausente de cualquier pretensión arrogante. Son como ánforas de barro, toscas quizá, que con el fuego abrasador de la tribulación todavía se endurecen más aumentando cuantitativa y cualitativamente su fortaleza.

Frente a tanta excentricidad reinante, ¿con cuál de los dos conceptos nos quedamos? --Vicente Franco Gil. (Zaragoza)C