Me ha sorprendido saber que la tercera parte de las llamadas telefónicas que se reciben en el 112 de SOS Aragón, son falsas y las realizan sin causa ni motivo, insensatos por el solo deseo de movilizar un servicio humanitario que puede ser vital en otro lugar.

Esta actitud excede la calificación de simple gamberrada y supera los límites de maldad y como tal debe sancionarse duramente, pues impedir o retrasar un salvamento es tanto como provocarlo y eludir sus consecuencias.

El 112 es algo más que un número de teléfono. Tras él funciona el operativo urgente que coordina un servicio de protección y ayuda en diferentes Comunidades y debe contar con las máximas garantías que justifiquen su actuación. El control e identificación de llamadas debe responder a una necesidad real, inmediata y la broma de marcarlo para pedir ayuda injustificada, merece un escarmiento ejemplar. Como ejemplar ha sido recientemente en Madrid el esfuerzo de cuantos oyendo que sonaba ese número de teléfono, han hecho de su labor un apostolado y un admirable sacrificio. --Esteban Trigo. (Zaragoza)M