En los últimos meses de gobierno municipal del señor Atarés se erigió un monumento en plena Gran Vía de Zaragoza que más bien parece un signo de exaltación de la anorexia. No me explico cómo ello puede haber pasado por alto a los responsables municipales. Desde luego a muchos profesores de Secundaria nos causó desde que lo erigieron perplejidad y enojo si tenemos en cuenta la cantidad de trastornos en la nutrición que se están dando en las aulas.

El monumento está en la línea marcada por la mente misógina de muchos diseñadores de la moda femenina. Los esqueletos vivientes que hacen desfilar por sus pasarelas marcan el modelo a imitar consciente e inconscientemente en los adolescentes, que les lleva a la enfermedad y en su extremo a la muerte. Ni sé, ni me interesa quién es el autor de la escultura cuyo valor artístico no pongo en duda. No obstante tampoco tengo ninguna duda de que exhibir a varias chicas esquéleticas en forma de monumento en un lugar transitado a diario por miles de adolescentes y jóvenes dista mucho de ser un acierto municipal. El que tenga oídos para oír que oiga. -- Luis Alfonso Bes. (Zaragoza) M