Me niego a creer que en España hayamos asimilado tan bien el "modelo americano" del bipartidismo. Las pasadas elecciones asientan, si no lo remediamos, la alternancia anglosajona clásica entre partido muy conservador, de derechas, y menos conservador, de centro-izquierda. Algo tiene que ver en esto la ley dIHont, la actual ley electoral creada tras la transición. Una ley que no da el valor de un voto a todos los votos, sino que determina el reparto de diputados por provincias y no tiene en cuenta todos aquellos votos que no llegan o superan los necesarios para obtener representante. Luchar por una reforma de la ley electoral es enfrentarse a los partidos mayoritarios (siempre en el gobierno) y los nacionalistas, beneficiados también por este sistema (sólo hay que ver los 800.000 votos de CIU que le asignan 10 diputados frente al 1.270.000 de IU que le conceden 5). Aún así, quizás merezca la pena que los ciudadanos y ciudadanas exijamos la renovación del sistema electoral, que la circunscripción electoral sea la comunidad autónoma o se aumente el número de representantes en las cámaras, para que realmente nuestros votos valgan lo mismo. -- Adrián Estaún. (Zaragoza) M