A veces veo las fotonovelas. Me gusta escapar de mi mundo real y soñar con que yo soy una de esas "damas" que viven en casas hermosas y tienen tantos zapatos, sobre todo zapatos. Luego vuelvo a mi realidad. Lloro. No importa; por unos minutos he esquivado esa realidad, me lo he pasado bien. Creo que pronto en este país, que desde hace nueve años me acoge, va a haber una gran boda. La veré. Estos días he visto otra (un poco sólo) de otro país. Preciosa. Yo tengo cinco hijos, el mayor de 7 años. Hago todo lo que puedo para que no falten al colegio, tengan comida. Mi casa tiene tres habitaciones. Este año no hemos tenido agua caliente en el baño porque no llega hasta allí; el dueño no lo arregla. La cocina está tan vieja que guiso en butano sobre una placa suelta. Pero mi problema son los zapatos. Porque el otro día oí que para que la princesa que se va a casar tenga los zapatos de la misma tela que el vestido la "diseñadora" (me han dicho que se llama así) ha realizado varios viajes a Barcelona. Yo por las mañanas trato de emparejar los cinco pares de mis cinco hijos para no equivocarme de número (con las deportivas es un problema). Como estos zapatos ya han sido usados por otros niños de otras familias, cuando le llegan al tercero están de pena, y no digamos a los dos pequeños. Mañana otra vez a buscar zapatos. Unos tanto y otros tan poco. ¿Por qué? En fin, me voy a ver la telenovela; la de ficción o la de la pasmosa realidad. -- Omahyra. (Zaragoza) C