Sin duda, dicharachero y resultón. Vean si no con qué sofisticada tranquilidad admite la sociedad española que los comunitarios, Bruselas, nos pongan "coloraos" sobre el sumiso trucaje de nuestras calculadoras ministeriales a la hora de echar números con el trasvase del Ebro.

La misma donosura con la que nuestros políticos pasan de verse obligados a explicar todo aquel maremagnun de embustes sobre pavorosas armas de destrucción masiva (mas-iva dicen ahora los graciosillos) de Irak. Igual comedimiento que no se extraña de la atribución política instantánea y fulminante de la masacre en Madrid, cuando en términos objetivos aun eran todo interrogantes, al enemigo que más le convenía por razones obvias del momento al ministro del ramo.

Aquí vale todo. Tal vez sea por la antigüedad de nuestras culturas, y hay que ver lo que sabe el diablo precisamente por ser viejo. Tal vez por su soleado carácter mediterráneo, o por tantos siglos de absolutismo y "vivan las caenas", o por la siesta, o por el vino, o.... --Juan Ramón Navarro. (Zaragoza) C