Desde hace varios años, llevo en un compartimento de mi vehículo monedas de euro que entrego diariamente a los limpiadores espontáneos de cristales que aparecen en los semáforos.

Ayer, mecánicamente y de forma acostumbrada, fui a entregar el euro de la tasa exigida, y ¡oh, cielos!, me encontré con el departamento vacío y sin ninguna moneda por el bolsillo.

Ante este imperdonable olvido intenté esbozar una amplia sonrisa, tipo ZP, y pedir perdón con las manos juntas por no poder pagar la tarifa exigida (por no hacer nada).

El individuo en cuestión, me escupió en la ventanilla, me insultó y me rompió la antena del coche. Afortunadamente, se puso el semáforo verde y salí rápidamente en evitación de males mayores.

A los pocos metros me encontré un coche patrulla que había parado a otro vehículo y le sancionaba por no llevar el cinturón puesto.

Creo que los malos están ganando, qué pena me da.

--Natalia-Tamara Martínez. (Zaragoza)C