Estoy convencido que a los aragoneses nada más cortarnos el cordón umbilical, misteriosa e invisiblemente, nos lo vuelven a atar en las partes sensibles para imposibilitarnos progresar con la rapidez deseable, sujetándonos por el otro extremo a una tradición arcaica y visceral, ésa que nos obliga a pensar bien, pero tarde. El Aragón profundo y desatendido continua instalado, aún hoy día, hasta en la misma Zaragoza, la más grande que Aragón. Pruebas de ello hay casi todos los días. Sin ir más lejos, aquí, en la céntrica calle de Mariano Lagasca, esta afirmación se pone de manifiesto con motivo de la iluminación navideña de dicha calle, en principio sólo se colocaron adornos luminosos en un tercio de ella. Recientemente y pasada alguna semana se instalan más luces en un segundo tercio y ahora queda sin decorar un último tercio, así, poco a poco va emergiendo lo más primitivo de nuestras raíces hasta llegar a un ridículo ostentoso, ¿desorden, colaboración escasa, problema de bombillas? O no se ilumina o se ilumina toda la calle, ¡ánimo!, que no es tan larga y quedan pocos días para la Expo y los Reyes, ¿nos elegirán? ¿se nos encenderán las "bombillas" oportuna y colectivamente? --Bernardo Vicente. (Zaragoza)M