Estimado director del 'New York Times': Usted dirige un gran periódico local, pero mucha gente se entera de lo que ocurre en otros lugares gracias a sus corresponsales. Podría decirme: peor para ellos. Somos del gremio; hay confianza. Pero la cobertura internacional es uno de los valores de su periódico. Y la de España deja bastante que desear.

Si su medio contiene 'all the news that’s fit to print', la cobertura española contiene 'all the Franco that’s fit to print'. El otro día su corresponsal colaba una referencia al dictador en un artículo sobre el coronavirus. El nombre de Franco aparecía cinco veces en un texto sobre el Museo del Prado (Velázquez una, Goya ninguna). Si puede sale en el titular; si no, puede aparecer en el pudoroso paréntesis del obituario de Montserrat Caballé: «manifestaba igual orgullo por sus orígenes catalanes y españoles [¿?]. También fue discreta sobre si su familia había sido republicana [...] o nacionalista, partidaria de Franco». (El corresponsal podría haber añadido que un 'conseller' de cultura catalán le dijo a Caballé que su único defecto había sido casarse con un extranjero, el aragonés Bernabé Martí.)

El texto sobre la epidemia decía: «algunos gobiernos regionales están molestos desde hace tiempo por la interferencia de Madrid en sus asuntos». La «interferencia» de un gobierno central en «sus» asuntos: su periódico acepta esa premisa. No es gran cosa: el 'Times' llamaba referéndum al referéndum ilegal de 2017. Tituló: «España apartará al líder de Cataluña, escalando la crisis de secesión»: como si la Policía escalara un atraco al abortarlo. Escribía su corresponsal que «Madrid ya ha usado el palo para doblegar a los medios catalanes»: nada menos. Puede ser difícil verlo sin conocer bien el contexto; aisladamente muchas puede parecer justificado. Pero el efecto es una distorsión sistemática. Las visiones constitucionalistas se vinculan a la ultraderecha y a la menor ocasión se saca el folclore franquista. Entiendo que es lo más sencillo y todos tenemos prisa, pero la sensación que transmite es pereza mental. Es comprensible. España es un país relativamente tranquilo y no es fácil atraer a buenos corresponsales. Pero otros medios los tienen, y le pido que reconozca nuestro esfuerzo. En pocos años hemos vivido la crisis económica, la quiebra del sistema de partidos, una crisis constitucional y ahora una epidemia simultánea a turbulencias en la Corona. Hemos hecho méritos para convertirnos en un país interesante: ya estamos preparados para tener un buen corresponsal. @gascondaniel