Es importante controlar la información que llega al público y por eso no hemos contestado a ninguna de las peticiones que hasta ahora nos ha hecho Transparencia. Ahora nos dicen que quieren conocer los nombres de los miembros del comité de expertos. Nada nos gustaría más a nosotros que saber los nombres de los miembros del comité, exista o no. Estamos todos en el mismo barco, hay que arrimar el hombro.

También hay cierta inquietud acerca de informaciones que indican que el día 3 de abril recibimos una carta de la UE autorizándonos a bajar el IVA de las mascarillas. Pese a ello, se señala, continuamos diciendo que Bruselas nos impedía reducir ese impuesto. Como humilde servidor del Estado, debo decir que el asunto tiene una explicación sencilla. Esa carta se recibió, es cierto, y durante meses permaneció sin abrir sobre una mesa, como ocurre con papeles de la UE, publicidad de restaurantes a domicilio, etc. No quiero echar la culpa a nadie pero parece ser que la señora María, encargada de la limpieza, tiró ese sobre sin abrir. Es comprensible, puesto que había una gran cantidad de papeles en la mesa y el sobre llevaba allí unos meses. (María ya ha sido despedida. Una pena.) Fue precisamente esa ausencia la que reveló la importancia de la carta. Las mejores mentes del gobierno dedicaron semanas a inferir el contenido de la misiva. No nos podíamos dirigir a Bruselas para decir que habíamos perdido la carta y que por tanto ignorábamos su mensaje y lo que se esperaba que hiciéramos a continuación.

¿Sería un elogio a nuestro gobierno feminista? ¿A nuestra determinación al afrontar el desafío del covid-19? Podía tratarse de un consejo para pedir los fondos europeos, al estilo de: apuesta al 3. O podía ser -esto era lo que nos daba más miedo- la receta de codillo que Angela Merkel había prometido enviarle al presidente. ¿Y si Merkel le preguntaba por ella en una cumbre y el presidente no sabía qué decir? Sería trágico para España.

Decidimos que lo más probable era que Europa nos pidiera modificar el delito de sedición. Por eso explicamos que la UE nos exigía rebajar la pena y aplicar la reducción retroactivamente a nuestros socios encarcelados. Esta semana el corresponsal de El Mundo Pablo Rodríguez Suanzes contaba que la UE niega haber dado instrucciones en ese sentido: considera que el Código Penal depende de cada socio.

Naturalmente nosotros fuimos los primeros sorprendidos. La confusión obedece al exceso de celo y las buenas intenciones: se trata de uno de esos malentendidos que preocupan mucho en su momento y al final recuerdas con ternura. Esta es, indudablemente, la explicación más sencilla. Sostener otra versión supone pensar que hay un intento de desinformar a los ciudadanos: no hace falta decir que esa posibilidad resulta absolutamente inimaginable.