SALUD

Medicina pública

***J. Francisco Luz

***Zaragoza

Todo el que lea y tenga conocimientos de electricidad algo más allá de los que permiten sustituir una bombilla sabrá que por acometida se conoce la línea que une la instalación de enlace de una edificación con la red de suministro eléctrico. En otras palabras, el conducto que permite disponer de energía eléctrica en las viviendas. ¿Que qué tiene que ver con la medicina pública? Nada, pero es un símil que, por analogía, permite comprender qué quiero decir cuando escribo de medicina pública y su acometida. En efecto, también ésta precisa de todo tipo de recursos que, por vía de su acometida, le llegan desde la red privada de suministros. Y este es otro gran problema por resolver: el de asegurar la supervivencia de un sistema filantrópico embebido en otro, privado, que busca el lucro. Dado que se necesitan el uno al otro, el acuerdo se impone. La medicina pública no puede permanecer ajena a la apreciación de los recursos porque pone en peligro su existencia por ahogo económico. Debe pues convenir con sus proveedores, producto por producto, su coste y cuando escribo medicina pública pienso en la estatal y no en las autonómicas que, por su menor tamaño, tienen menos influencia. Me refiero a que las compras han de estar centralizadas. ¿Tiene algún sentido que cada autonomía adquiera pequeñas partidas de tal o cual género cuando el Estado podría adquirirlas mucho mayores y a un mejor precio? Pienso en una gestión europea de la medicina pública. Vean, por último, cómo aquí la atomi... la "autonomización" (perdón, por asociación de ideas, casi escribo atomización) sirve de poco.

ARAGON

Un juego de rol

***Manuel Bello Clavería

***Zaragoza

Por una extraña razón, los seres humanos nos diferenciamos de los animales por nuestra capacidad de asumir papeles distintos a los que la naturaleza nos ha asignado.

Existen roles individuales sugeridos por otros colectivos, un rol individual es el que adoptamos cuando vestimos un elemento identificador o somos depositarios de una concesión de autoridad. Un rol colectivo es aquel que otorga virtudes al grupo como si de un individuo se tratase. Digo, sólo virtudes, porque en este juego de asumir como propio un papel dado al grupo se obvian los defectos que ya se suponen pero por su naturaleza se esconden.

Existen roles de grupo que favorecen el desarrollo del mismo porque otorgan a los individuos que lo componen unas actitudes de cuyo seguimiento, todos sacan partido.

Es el caso del llamado "Sent" catalán. Dentro de él se agrupan unas actitudes que orientan y sugieren a la persona y al grupo. Conseguir esto no es fácil, se requiere tiempo y colaboración, se requiere una publicidad diaria de los pequeños logros individuales que favorecen ese sentimiento colectivo y un borrado del conocimiento común de aquellas actitudes que no coincidan con él.

De la misma manera que en Cataluña existe el "Sent" en Aragón nos han colado un "virus" en nuestro chip colectivo que lejos de favorecer nuestro desarrollo nos condena al ostracismo más recalcitrante. La imagen del aragonés pesimista matraco y pilarista que, cachirulo en la frente y fajín al cinto, aporrea sin saber muy bien porqué en la dirección que le mandan. Esto emborrona y oculta aquellas actitudes que, defendiendo las cosas pequeñas de cada día, aportan empuje a la comunidad. Fijamos grandes y ostentosos proyectos para exhibir lo que no somos y no está claro si en realidad quisiéramos que eso fuera así.

En Cataluña existen muchos aragoneses o hijos de aragoneses que no dudan en afirmar su catalanidad, el rol del "Sent" les inspira más que el del matraco inspirado por las viñetas de "Súper Maño".

Dejemos un legado a nuestros sucesores, pero por favor... que no sea sólo de cemento.