CIUDAD

Sobre un artículo

***Víctor Alonso Martínez

***Zaragoza

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He leído el artículo de Fernando Valero del pasado 23 de mayo sobre la inmovilización de ciclomotores por la Policía Local y tengo que decirle que estoy muy indignado.

Primero, porque usted refleja en él algunos juicios de valor intolerables y no se ha preocupado de enterarse cómo se hacen las mediciones en el Depósito Municipal.

Segundo, por lo de casi siempre, se lanza una normativa extremadamente exigente, que no se aplica durante algún tiempo, y de pronto a alguien se le ocurre "mandar" su cumplimiento estricto sin dotar a los agentes una preparación cualificada y de los medios que la misma normativa indica. Sr. Valero, indique en su artículo el objeto de la Ordenanza para la Protección de Ruidos y Vibraciones, preocúpese de leerla y de asistir a una de las mediciones de ruido que hace la Policía Local, señale el ruido que hacen otros vehículos, además de los ciclomotores, como los autobuses, camiones de la basura, maquinaria de obras, etc..., pregúntese por qué a estos no se les persigue. Entérese del "sentir" de los técnicos que tienen que sufrir la interpretación de la Ordenanza por parte de los funcionarios municipales, y después, transmítaselo a los ciudadanos. Eso sí que irá en favor del espíritu de esta Ordenanza y de todos nosotros.

EDUCACION

Subvenciones

***Emilio J. Martín

***Pina de Ebro (Zaragoza)

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No sé a qué se debe que, a estas alturas del año, siempre se suele oír un cierto fru-fru de ropas almidonadas movilizando al personal para que se reivindique el derecho a una educación cristiana, de calidad y sin problemas de racismo en las aulas.

Con esto de las subvenciones siempre lo he tenido muy claro: ¿cómo se puede entender que se subvencionen empresas privadas con dinero público en detrimento de las empresas propiedad del Estado? Conozco escuelas nacionales sin patio de recreo, en edificios ruinosos y con instalaciones que dan auténtica pena. También he visto centros privados subvencionados donde la piscina climatizada, o el pabellón polideportivo valen más que la totalidad que algún que otro Colegio Nacional. La supuesta gratuidad de esos centros concertados --la Constitución dice que la enseñanza debe ser gratuita a ciertas edades (aunque también dice que todos los españoles tienen derecho a una vivienda digna, o que...)-- es tan inconcebible como el hecho de que llega a desequilibrar, además el presupuesto familiar, el propio PIB de la economía nacional.

Si empiezas con los uniformes de calle, los de deportes, los de gala y alguno más, y a todo esto le añades la obligatoriedad de tener que desplazarte en autobús --ya que los solares de los antiguos colegios se vendieron a precio de oro para ubicarse en los extrarradios-- y, por tanto, se da la necesidad de tener que comer allí y, de paso, tener que asistir a las actividades extraescolares que cubren esos huecos horarios, o la voluntaria obligación de pertenecer a las asociaciones de padres, con sus elevadas cuotas más alguna que otra derrama por "uso y desgaste del patio de recreo" como en algunos colegios del centro de la ciudad, convierten la enseñanza privada subvencionada en una gran mentira.

Pues yo creo, y pienso que así debería hacer todo político progresista honrado, que mientras que la última escuela pública no tuviera las mismas instalaciones que, digamos por ejemplo, Marianistas, o Maristas, o Jesuitas, o cualquiera de ellos, no habría que darles ni una sola peseta, perdón, céntimo, a ninguno.

Lo que ocurre es que los políticos, la inmensa mayoría, para desgracia del resto de los mortales, no tienen agallas para enfrentarse a sotanas con rango ministerial y menos aún cuando se encuentran en débiles coaliciones con los grandes benefactores de la enseñanza privada subvencionada.