RELIGION

Islam

***Emiliano Quílez

***Zaragoza

Los inmigrantes musulmanes convertidos al catolicismo en Italia tienen que vivir su fe como en unas nuevas catacumbas, sin que lo noten sus allegados. Es la denuncia contenida en un largo reportaje publicado en Corriere della Sera (3 y 4 de septiembre), en el que se hace luz sobre una realidad hasta ahora poco conocida.

El diario no ofrece cifras de conversiones del Islam al catolicismo entre los inmigrantes que residen en Italia, pero se refiere a "varios millares", la mayoría procedentes de Albania, de familias en los que el enraizamiento del Islam era más bien débil.

Los albaneses residentes en Italia rondan los cien mil, es decir, el veinte por ciento del total de musulmanes presentes en 2001, en la actualidad, según el Ministerio del Interior, después de las últimas regularizaciones de inmigrantes clandestinos, la cifra total ascendería al millón de musulmanes.

Entre los testimonios que recoge el diario italiano figura el del hermano Antuan, un turco de 31 años que será ordenado sacerdote en los próximos meses.

Su caso es un poco distinto, pues recibió el bautismo en Ankara dos días antes de terminar el servicio militar, una vez concluidos los estudios universitarios.

A pesar de que en Turquía existe separación entre religión y Estado, cuando fue al registro civil para cambiar su nombre recibió esta respuesta: "Has cambiado de religión, cambia también de nacionalidad. ¿Por qué no tomas la italiana o la del Vaticano? Así nos libramos de ti".

El hermano Antuan, sin embargo, quiere volver a su país como sacerdote. "Amo a mi país y a mi pueblo. No renunciaré nunca a mis orígenes. Quiero celebrar la misa en turco, confesar en turco. Mi experiencia demuestra que en Turquía hay verdaderamente muchos jóvenes en busca de la verdad".

DEPORTES

Un servicio con Q

***Alberto Lafarga Gay

***Zaragoza

Y los esquiadores, que se fastidien. O sea, que hay que ampliar los aparcamientos en las pistas de esquí, porque no caben los coches. Nuevamente a destrozar el paisaje para hacer negocio.

Cuando voy a esquiar a Astún (o a Candanchú, o a Formigal) y veo el aparcamiento al --digamos-- el 80 %, ya mascullo para mis adentros : "hoy bajaré la pista en 3 minutos y haré colas de 20 minutos". Al final del día habré esquiado una hora y habré permanecido en cola más de tres. Alrededor de 30 la hora por 4 de familia, sin contar complementos. Si ponen más aparcamientos ¿cuántos estaremos esquiando?, ¿qué cola habrá que hacer?, ¿cuál es la capacidad máxima? Si ponen remontes más rápidos, todos llegaremos antes arriba pero ¿cuántos pueden bajar a la vez con un mínimo de seguridad por la pista sin chocar o herirse entre ellos?

En Baqueira no se hacen tan apenas colas porque los remontes son rápidos, pero una vez llegué a contar 200 esquiadores bajando a la vez por la misma pista: daba pánico. El Pirineo tiene unos límites, las pistas de esquí tienen unos límites hay veces que es mejor no esquiar porque no se cabe.

Y a toda mi familia, que nos gusta esquiar con locura, nos encantaría hacerlo en un paraje bonito, con la sensación de que no se ha debido destrozar sino lo mínimo imprescindible.

Y cuando, en vez de construir más aparcamientos, los responsables de la estación de esquí nos adviertan "No sigan: hoy el aforo de las pistas está ya completo", empezaré a pensar que no sólo se hace negocio conmigo, sino que además me quieren prestar un servicio con Q y las demás letras de "calidad". Esa Q que ahora deben regalar sólo por existir.